Page 70 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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Después pude ver cómo Luisa, olvidando el motivo que la había llevado hasta

               ahí, salía del cuarto de planchado con la soltura de una primera actriz que
               abandona el escenario después de una magnífica ejecución dramática, satisfecha,
               según ella, por la gran lección que acababa de darles al par de jóvenes. Sin
               embargo, Juanita y Florencia se quedaron con una tremenda cara de duda.


               —¿Quién será ese Pablo, tú?

               —Pues se me hace que es el viejillo ese que pintó la cocina. Siempre estaba

               sentadote en una silla.

               —Sí es cierto —dijo Juanita cuando se le aclaró la identidad del misterioso
               Pablo.


               —Y seguro que “el Guernica” es Fermín, su hijo, el futuro dueño de tus
               quincenas.


               —Pues sí. Creo que sí, pero yo sabía que le decían “el Pantuflas”, ¿no?


               —A lo mejor ahora ya cambió de apodo, ¿quién sabe?… Pero ¿entonces qué,
               manita? —preguntó Florencia retomando el asunto original—; yo ya no entendí
               nada, ¿planchamos la toalla del perro?


               —Pues no quedó claro.


               —Pregúntale a la señora.


               —Sí, Chucha, cómo no. Mejor ve tú.


               —Yo ya fui.


               —Por eso.

               Las dos jóvenes comenzaron a discutir quién sería la que tendría que ir a sacar
               nuevamente de sus reflexiones a Luisa, y entonces yo aproveché su descuido

               para deslizarme con mucho cuidado hasta el pasillo que conducía a la escalera
               (podía haber atravesado el techo, pero ya saben que soy un fantasma más bien
               parco).


               Todo salió a pedir de boca y pude llegar, sin que nadie notara mi aparición, hasta
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