Page 52 - ¿Quién fue mi abuela Emilia?
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Calderón, un compañero de trabajo, le escribió un poema titulado “Madrigal de

               tus ojos”, fechado en noviembre de 1939, y que lleva la dedicatoria “Para
               Emilia”:






               En el cristal de tus ojos,

               lago azul de los ensueños,


               con mis rosados empeños


               y entre nítidos antojos,


               para endulzar mis beleños,


               busqué a Dios con calma unciosa


               y en tu mirada amorosa,


               quintaesencia de ternura,

               hallé a Dios en la dulzura


               de tus ojos, primorosa.






               Este pretendiente escribía unos versos un poco forzados, me parece. Por lo
               menos usaba unas palabras domingueras que ni en el diccionario he encontrado.
               No sé qué significa unciosa ni cómo se endulzan los beleños. Sin embargo, son
               versos que expresan un gran cariño. Con todo, creo que a Emilia —a quien tanto
               le gustaba la poesía— estos versos no la cautivaron, como tampoco habían
               cautivado a su madre los que su admirador le había escrito muchos años antes.
               Así, Emilia no le hizo caso a ese pretendiente y decidió no volver a casarse, en

               parte por sus hijos, pero también porque, de algún modo, quedar viuda fue para
               ella una especie de liberación, o por lo menos así me lo ha parecido. Es cierto
               que la viudez la dejó sola a cargo de cuatro hijos y que se vio forzada a trabajar,
               pero su nueva vida laboral le dio perspectivas que nunca antes había tenido. Una
               de ellas fue una perspectiva social y política que empezó a desarrollar en la
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