Page 50 - ¿Quién fue mi abuela Emilia?
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A SU MUERTE, mi abuelo no dejaba más herencia que un hijo de tres años y
tres hijas de diez, trece y dieciséis años. Le sobrevivía una viuda de treinta y
cinco, que nunca había trabajado, que no tenía más educación que la primaria y
tampoco tenía con qué mantener a sus hijos. ¿Qué podía hacer? Como ni siquiera
podía pagar la renta del departamento en la Guerrero, se mudó a vivir con sus
hermanos que todavía estaban solteros, Rosa y Porfirio. Ellos no vivían muy
lejos, ocupaban un departamento en avenida Hidalgo número 13, cerca del
Panteón de San Fernando (en un edificio que después sería demolido para
ampliar la avenida). Debajo de ese departamento, Rosa tenía una tienda de
material eléctrico y artículos coloniales. Era emprendedora, y antes ya había
tenido una lechería, sobre la misma avenida.
Aunque mantendría la tienda de material eléctrico, Rosa no duraría mucho
tiempo en ese departamento. Se casó y se fue a vivir con Pancho, un joven
ingeniero electricista al que le llevaba quince años, y con quien se mudaría a la
calle de Soto, también en la Guerrero. Ese matrimonio tendría una primera hija,
Lucía, que moriría al poco tiempo, por complicaciones en un parto mal
practicado. Un par de años más tarde, en 1944, tendría una segunda hija, Rosa
María (mi tía). Poco tiempo después se divorciaría de Pancho —un escándalo
para la época— y volvería a vivir con sus hermanos. Su matrimonio fue muy
breve, pero no tan breve como para no permitirle ser madre a sus cuarenta y tres
años, una edad en la que muchas mujeres ya no pueden tener hijos.
Antes la gente veía muy mal el divorcio porque creía que los matrimonios
debían ser para toda la vida. Pero si dos personas que están casadas tienen
problemas, no se llevan bien o dejan de quererse, entonces lo mejor, tanto para
ellos como para los hijos, es separarse a través de un divorcio. Eso fue lo que
hicieron Rosa y Pancho.
Un poco antes, el 22 de marzo de 1942, había muerto su hermano Carlos. Él era
un ingeniero mecánico electricista que se había dedicado a la construcción de
escuelas destinadas a ejidatarios durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. Parece
haber estado muy convencido de este proyecto cardenista, porque incluso
publicaba artículos en el periódico sobre este tema. El régimen cardenista puso
énfasis en la educación socialista para obreros y campesinos, y la construcción
de este tipo de escuelas fue muestra de ello. Carlos también construyó un par de
casas en el Paseo de la Reforma, y otros edificios en León, Guanajuato.