Page 102 - Llaves a otros mundos
P. 102
DESPERTÓ entre los rayos del sol que invadían la habitación. Las sábanas
blancas, con olor a limpio, la envolvían frescas y dulces.
Ana sabía dónde estaba. Suspiró, se estiró en la cama y se levantó llena de
energía. Buscó por ahí sus cosas pero en eso tocaron la puerta.
—Ya te levantaste. Qué bueno que dormiste tanto lo necesitabas. Te traje tu
vasito de leche.
Su abuela, vestida con ropa de salir pero con el delantal puesto, se acercó a ella y
le dio el beso de los buenos días.
—Vamos a misa tu abuelo y yo, te dejé el desayuno en la mesa. No nos
tardamos; en lo que te bañas y desayunas ya volvimos —le acarició la mejilla—.
Te quiero, hijita.
Ana contestó con una sonrisa. Cuando sus abuelos se fueron se esforzó por
recordar cómo había llegado ahí. «Van a misa los domingos», pensó. «Hoy es
domingo. Es fin de semana. Vine a pasar el fin de semana.»
El recuerdo le vino de golpe. Habían sido dos semanas de cambios, compañeros
nuevos, la mudanza… y el divorcio.
Ana y su mamá habían vuelto a su ciudad por el resto de sus cosas, pero se
habían quedado en casa de los abuelos.
Se miró en el espejo: tenía ojeras y los párpados hinchados. Había llorado
mucho. Su cara debió de conmover a la abuela.
Llamó a Brenda. Después de varios timbrazos por fin contestó.
—Mfffbuennn —al parecer la había despertado.
—¿Puedo ir? —preguntó Ana. En el fondo sabía que había pasado viernes y
sábado con ella, pero no lo recordaba con exactitud. Tampoco recordaba si le
había contado de sus aventuras entre mundos.
—Mmmmmhhh —sonaba a un sí—. ¿Pero no ibas a ir hoy con tu papá?