Page 133 - Llaves a otros mundos
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Epílogo
—ANA, ya levántate —dijo su mamá desde la puerta—, se te hace tarde.
Ana abrió los ojos, reconoció su habitación y sonrió. El volcán camaleón se
asomaba azul, brillante. Se levantó, tendió su cama y se preparó para bañarse.
En la cocina olía a huevo frito y café. Rosa Elvira estaba apurada sirviendo el
desayuno, arreglándose para sus clases de cocina y, en ese preciso momento,
contestando el teléfono.
—¿Bueno? Ah, hola. Sí, espera.
Ana salió de su cuarto, recién bañada, con su uniforme y escribiendo mensajes
en el celular.
«Hoy es el gran día, hoy me lo llevan a la escuela.»
«Yeah, que se quieran mucho», contestó Brenda.
—Te habla tu papá —dijo su mamá dándole el teléfono—. Seguramente es para
organizar su paseo del fin de semana.
—Ajá —contestó Ana, y se apartó un poco para hablar con Mario Alberto.
Salieron juntas hacia el estacionamiento. Rumbo al automóvil, como ya era
costumbre, platicaron sobre las materias que Ana tomaría ese día y sobre las
recetas que iba a preparar su mamá.
—Y acuérdate de que ya llega en la tarde —dijo Ana.
—Sí, claro que me acuerdo —contestó Elvira. Las dos sonrieron y se abrazaron.
Rosa Elvira subió al coche y desde su asiento acarició la mejilla de su hija.
—Te quiero —se dijeron las dos al mismo tiempo.