Page 85 - Llaves a otros mundos
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—Cuando tenía seis años, vi una vez un extraordinario dibujo en un libro…
Ana volteó para correr, pero más libros llegaron. Tantas voces agudas la
aturdían. Recordó el consejo de la computadora y se le ocurrió algo.
Se sentó en flor de loto y fingió escuchar con interés. Los libros se
entusiasmaron y alzaron la voz, haciéndola todavía más aguda. Ana se aguantó y
se mantuvo en su posición. Los libros hablaban y hablaban. Ana se dio cuenta de
que todos eran del mismo tamaño y de que hablaban al mismo ritmo. Rápido
vislumbró la puerta por la que había pasado. Esperó unos párrafos más, preparó
las piernas, y cuando los libros callaron un momento para pasar la página…
¡corrió!
Podía oír a los libros cerrándose y abriéndose, pero ella había ganado distancia,
sacó a Trece y cruzó la puerta.
Nombre: EL CALABOZO
El visitante debe huir si entra aquí. Sin excepción.
Ana no sabía si por fin había entrado a un mundo sin clasificar, pues eso era lo
único que decía el mapa. El mundo era oscuro, cavernoso. Los pasos de Ana
lanzaban un eco lejano.
—¿Hola?
Ana aguzó el oído para captar cualquier respuesta. Y la respuesta llegó en un
lamento. Ella se dirigió a él.
Se guiaba solo por el sonido de lamento, pues la luz no era muy buena. Caminó a
tientas unos veinte metros y volvió a gritar:
—¿Hola?