Page 94 - Llaves a otros mundos
P. 94
lejana pero múltiple, porque de las paredes de Burbuplús salieron todo tipo de
robots parecidos a electrodomésticos de limpieza, desde secadoras de cabello
narizonas hasta máquinas de tintorería industriales. Todos se adentraron
pesadamente al mundo que Ana les había presentado, y en cuanto entraban
comenzaban a tragarse la mugre y a limpiar.
Ana se sintió extrañamente bien. Entre el ruido de aspiradoras y nubes de polvo,
tuvo el presentimiento de que presentar un mundo a otro no era tan mala idea: la
combinación de los seres podría generar algo interesante.
Después de media hora, un pequeño pedazo de aquel mundo oscuro y mugriento
desapareció y los robots se habían encargado de revelar varias estatuas de piedra.
Casi todas eran de mármol, blancas y tersas. Ana se acercó a ellas para ver qué
representaban. Todas eran de seres humanos, hermosas. Una bailarina de ballet,
un atleta o una pareja de ancianos sentados.
«Qué bonitas», pensó Ana.
—Señorita Ana —interrumpió sus pensamientos el robot.
—¿Qué pasa?
—Queremos agradecerle por habernos regalado tanta energía —el robot ya no
hablaba entrecortadamente.
—Ah, no fue nada.
—De parte de todos nosotros le comunico que la hemos nombrado Amiga
Vitalicia de Burbuplús.
—Ah, entonces ustedes sí saben su nombre.
—Por supuesto.
—¿Y por qué ya no hablas… como antes? —preguntó Ana, un poco
avergonzada.
—No sé a qué se refiere —contestó el robot.