Page 96 - Llaves a otros mundos
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Cuando terminó de escribir, Ana tomó una decisión:
—Voy a ayudar a los demás mundos. Y ya después busco a Bruno.
Y con Trece en la mano, atravesó la puerta con el deseo en su corazón de ayudar
a los habitantes de otros mundos. Así que con el auxilio de Trece, se encaminó
directo y sin escalas a un mundo que no le había agradado la primera vez que lo
visitó.
Sobre el acantilado las aves de Chismalia seguían volando y contando cualquier
cosa una de la otra. Ana había dejado la entrada al mundo totalmente visible, en
la punta del abismo. En cuanto un pájaro se acercó a chismearle acerca del
plumaje de su mejor amigo, ella le contestó:
—Híjole, sí. ¡Qué feo plumaje! Pero ¿qué crees? Te tengo un notición, pero
prométeme por favor que será un secreto entre tú y yo. Es un asunto de vida o
muerte.
Los ojos del pájaro se abrieron al doble de su tamaño. El hambre de información
se le notaba hasta en la forma de volar.
—Sí, lo prometo —contestó por fin.
—Fíjate que hay una persona muy pero muy mala que quiere matarnos a todos.
Pero nadie lo sabe más que tú y yo… por eso depende de ti que todos se enteren.
—¿Cómo es esa persona? —le preguntó el pájaro.
Para no perder la atención de su morboso interlocutor y agregar sazón al chisme,
decidió inventar unos cuantos detalles.
—Es muy feo, tiene una nariz aplastada y es calvo. Sus ojos son rojos y de vez
en cuando echa humo por la boca.
—¡Genial!… digo, qué feo —corrigió el pájaro.
—Y es muy peligroso, con solo mirarte puede hacerte cenizas o desplumarte. Así
que corre, que todos se enteren; mira, por aquí hay unos amigos que no saben
nada —y le abrió la puerta hacia otro mundo para que la información se
esparciera por todas partes.