Page 22 - El valle de los Cocuyos
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Una noche Jerónimo salió a pasear. La luz de los cocuyos le permitía ir sin
               problemas por cualquier rincón del valle. Caminó sin rumbo, pero cuidando de
               no tropezar con las lagartijas dormidas. No supo a qué hora se encontró frente a

               una cueva fuertemente iluminada por la luz de los cocuyos. Jerónimo conocía la
               felicidad de los cocuyos que se manifestaba con una luminosidad más intensa y
               relámpagos festivos.





               —¿Por qué estarán tan contentos los cocuyos? —se preguntaba el niño en
               silencio.






               Una duda se instaló con la velocidad de un rayo en la cabeza de Jerónimo: ¿Sería
               esa la cueva del Pajarero Perdido? Desde su más tierna infancia, Jerónimo había
               oído hablar del Pajarero. La gente decía que desde el tiempo en que el valle no
               era aún el valle de los Cocuyos, un pajarero se había perdido buscando un par de
               alcaravanes.






               ¿O estaría escondido allí Dragón, el rey? —se preguntó de nuevo el niño con
               angustia, a la vez que retrocedía con intención de abandonar el lugar e irse a la
               seguridad de su rancho. Súbitamente una frase de Anastasia le vino a la cabeza:
               “No hay que temer a los que habitan los otros espacios”. El niño se detuvo y

               luego, lentamente, volvió sobre sus pasos. Ya en el umbral de la cueva, animado
               por la luminosidad de los cocuyos, se decidió a avanzar. La cueva era grande y al
               fondo se vislumbraba un recodo. A pesar de que el corazón le latía con violencia,
               Jerónimo continuó. Y al ganar el recodo, vio que los cocuyos eran menos
               numerosos. La luz era débil. El niño dio un paso adelante, tropezó con una
               piedra y cayó de bruces.






               —¡Jerónimo! ¿Te has hecho daño? —le preguntó alguien que se precipitaba en
               su ayuda.
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