Page 81 - El valle de los Cocuyos
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—Es fuego que sale de las entrañas del volcán —dijo el halcón.






               El Pajarero se inquietó.






               —Debemos apresurarnos —dijo la mujer. De pronto, oyeron un aleteo que les
               era familiar.






               —¡Los pájaros del Olvido! —dijo Jerónimo señalando el centro del volcán,
               donde tres piedras enormes formaban una especie de cueva.





               Efectivamente, una multitud de aves negras entraba en la cueva. Cuando
               estuvieron cerca, el Pajarero, aprovechando su invisibilidad, llegó hasta el lugar

               y el espectáculo que vio lo dejó helado: una infinidad de pájaros del Olvido
               cubría lo que debía ser el cuerpo de la Sombra y, con certeza, el de los
               alcaravanes. Solo se veía una montaña de alas negras y ojos blancos.





               Con mucho sigilo el viejo regresó a donde estaban sus amigos y les contó lo que

               acababa de ver.





               —Los pájaros del Olvido se vuelven muy peligrosos cuando se trata de defender
               a la Sombra —dijo la mujer.






               Un rumor sordo y continuo salió de lo profundo del volcán.






               —No hay tiempo que perder. Estoy seguro de que va a haber una tremenda
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