Page 113 - El Bosque de los Personajes Olvidados
P. 113

El rey no pudo responder. Parecía petrificado.


               —Tomaré el silencio como un sí —continuó el elfo—. Odio dejar a medias las
               historias. La reina preguntó al espejo cómo podía salvar a su hija de un destino
               terrible, y dicho espejo, que es tan mañoso como su dueña, le respondió:

               “Permite a tu hija salir al bosque que rodea tu reino una vez al año, en su
               cumpleaños. Allí encontrará el amor verdadero en la forma menos esperada para
               nuestro mundo. Y si lo logra, se salvará del destino”.


               ”Así que la reina envió a su hija al bosque con una mentira que la protegiera de
               la pregunta “¿Qué haces aquí?”. Y la envió a buscar una cosa absurda
               sabiendo que encontraría algo sensato que la salvara. ¿Está de acuerdo
               conmigo, su majestad, que dar un libro a cambio de este cabello fue un trato
               medianamente justo para ambos?


               Entonces el rey caminó a gran velocidad hacia su corcel, que se mostraba ya
               impaciente en la penumbra. Ni siquiera se despidió del elfo, quien lo siguió con
               la mirada hasta que su silueta se difuminó en la bruma.


               —Qué curioso es el cariño de los padres —dijo el elfo, y entró en su morada.


               Yo apenas podía moverme. Estaba temblando, sudoroso y muy asustado.

               Cuando por fin pude gobernar mi cuerpo, me puse de pie y caminé en dirección
               a la bruma; no me importó que el elfo pudiera verme. Antes de perder de vista el

               gran tronco, lancé un último vistazo para intentar distinguir el mechón de
               cabello, pero resultaba imposible verlo desde allí.


               Vagué por el bosque sin rumbo. No sabía cómo volvería a ver a Anjana al año
               siguiente, no sabía nada en realidad y, al mismo tiempo, tenía más claro que
               nunca mi papel en su historia, o eso creí entonces. El maleficio de Rigardo
               había terminado por ser un callejón sin salida, una proeza de la magia oscura.
               No había nada que yo pudiera hacer, salvo cumplir mi promesa.


               En su cumpleaños número catorce, última oportunidad para llevar a cabo
               nuestro plan, la encontré, como siempre, en el linde del castillo. Iba de nuevo
               vestida por completo de verde y, por primera vez, lucía maquillaje del mismo
               tono en los ojos, lo cual los volvía aún más hermosos.


               Cuando salí a su encuentro estaba claro que ése sería un año especial, en el que
   108   109   110   111   112   113   114   115   116   117   118