Page 139 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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Después de adentrarnos en el bosque, unos rayos impresionantes iluminaron el
cielo. Al alzar la vista, vimos una enorme figura alada que descendía hacia
nosotros a gran velocidad.
Por un momento, el pánico nos invadió y, aunque estoy seguro de que los tres
pensamos en echar a correr, fuimos incapaces de movernos. El miedo me
paralizó; sabía que no tenía sentido correr si la temible madre de Rigardo iba
tras nosotros.
Luego de un agonizante y eterno momento, distinguimos la silueta de la esfinge,
que se posó en un claro a poca distancia. En el pico, la criatura llevaba una
nota, dos frascos (uno con una mariposa y otro con un bloque de hielo) y un
paquete que nos entregó.
Anjana y yo le acariciamos la cabeza antes de que despegara sin decir palabra.
La carta era para Anjana y tenía el siguiente mensaje, que ella leyó en voz alta:
Estimada, princesa:
Confío en que tus padres no hayan pensado que, por el hecho de ocupar una
posición privilegiada, y tener una boda arreglada con un príncipe muy rico, no
tuvieras la necesidad de ir a la escuela…, y puedas leer por medios propios la
presente. Ojalá que este comentario no te ofenda, pero si supieras la cantidad
de princesas a quienes sus circunstancias las condenaron a ser sólo bellas, sin
jamás cultivar la inteligencia u otros talentos, por creer que ese don efímero
sería eterno, te sorprenderías.
Deseo comentarte que la varita que tenías contigo, misma que me sirvo
regresarte, no debería ser algo de lo que te fiaras totalmente para solucionar
tu situación. Es más, me arriesgaría a decir que, a menos que la uses con total
sabiduría, resultará inútil o vacua. Por lo cual anhelo que sepas emplear el
deseo que contiene para un fin más trascendente que la inmediatez o el
egoísmo. Si no me equivoco, en ella hay un don de tipo físico que, sin ser de
mucha potencia, podría resultarte útil. Recuerda que, a veces, no hay mejor
fin para la magia que aliviar el corazón temeroso de otros. Si un día vuelvo a