Page 55 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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niña no tenía el pelo rubio con brillo de sol, no era menuda ni rolliza; a decir

               verdad era una especie de masa con poca forma y dos vivaces ojos que parecían
               atravesar el alma al verlos. Pero sin importar lo que otros pensaran, para su
               padre, Anjana era la princesa más hermosa jamás nacida en el Mundo de los
               Cuentos de Hadas.


               La reina compartió una sonrisa con el rey, y éste invitó a Puck a acercarse a la
               cama para que viera a la niña de cerca. Las damas se sobresaltaron: el rostro
               del gnomo estuvo a sólo un palmo de la princesa y, de no haber sido porque el
               mismísimo rey lo había autorizado, ellas habrían objetado la cercanía entre
               ambos seres.


               Anjana, que parecía tener minitentáculos en vez de brazos, logró zafar una de
               sus diminutas manos del abrazo de su madre para acariciar la frente rugosa y
               suave de Puck, y le sonrió. Aquel momento marcaría para siempre su relación y
               la percepción que los súbditos del reino tendrían de la princesa Anjana.


               A la mañana siguiente, la niña fue presentada ante la corte y a cada habitante
               del Reino de la Imaginación Olvidada con todo el bombo y platillo posible. En
               el gran salón de palacio la algarabía parecía teñir los ventanales del color de la
               esperanza, de la ilusión de por fin formar parte de una historia. La celebración
               era presidida por los reyes, quienes, desde el trono, repartían sonrisas al por
               mayor. El pelo de la reina brillaba con especial intensidad ese día y le daba
               cierta aureola de luz a su cabeza, misma que servía para ocultar una sombra
               que empañaba su mirada.


               En el cenit, presidida por una lluvia de pétalos blancos y rosados, el Hada
               Madrina hizo su aparición, tal como debía pasar. Descendió con gracia desde
               las alturas. Ante la admiración de la concurrencia, se acercó a la hermosa cuna
               de roble en la que Anjana reposaba flanqueada por sus padres.


               —¡Oh, sus majestades! —dijo el hada para iniciar su discurso. Su voz era muy
               dulce—, sea éste un día de dicha para el Reino de la Imaginación Olvidada.
               Finalmente hemos sido bendecidos con el nacimiento de una criatura que nos
               dará un merecido puesto en la historia literaria.


               Aquel comentario fue muy bien recibido por casi todos los presentes, salvo por
               el rey, la reina y Puck, quienes no lo consideraron apropiado. A su parecer, el
               Hada Madrina —quien, por cierto, era pariente de una de las tres hadas que
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