Page 66 - El Bosque de los Personajes Olvidados
P. 66

—Lo sé, y por ello es que he de dar algo a cambio.


               Una exclamación generalizada de incredulidad rompió el silencio. “¡Qué
               osadía!”, se escuchó decir al chambelán de palacio. “Como si un sirviente
               pudiera dar a cambio algo que los reyes no puedan”, manifestó la primera

               dama de la reina. “¡Esto es ridículo!”, exclamó uno de los colados.

               El mago hizo una reverencia al gnomo.


               —No es un destino digno para alguien de tu categoría lo que imagino me
               ofrecerás, venerable gnomo.


               —A veces, sólo a veces, lo indigno y lo digno se llevan más allá de nuestras
               acciones, señor mago —respondió el gnomo.


               Rigardo sonrió y extendió su mano, sobre la que resplandecía un anillo con un
               gigantesco zafiro azul. El gnomo besó la piedra y de ese modo cerraron un trato
               que sólo los ojos de la reina, cubiertos de amargas lágrimas, parecieron
               comprender.


               —Hecho está, mi fiel sirviente —pronunció el mago con solemnidad—. Ponte
               de pie y procede a decir unas últimas palabras ante quienes te han orillado a esta
               condición. ¡Muestra al mundo el vasallaje perpetuo que el principal Señor de los
               Gnomos ha ofrecido a cambio de una esperanza para la hija del verdugo de su
               pueblo!


               Puck obedeció las órdenes del mago; viró su rostro hacia el rey y, con una
               sonrisa en los labios, dijo:


               —Algún día nadie necesitará armas para terminar una guerra.


               El mago hizo una mueca al escuchar las palabras; chasqueó los dedos con un
               ademán rebuscado e hizo desaparecer al gnomo. La reina oprimió aún más
               contra su pecho a la princesa, quien emitió un gemido y volvió a captar la
               atención de la sala.


               —¡Oh, sí, la princesa! —exclamó Rigardo.


               —¡¿Qué has hecho con Puck?! —gritó el rey.
   61   62   63   64   65   66   67   68   69   70   71