Page 62 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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DESPUÉS DE QUE EL HADA MADRINA realizara su triunfal salida, los reyes
               percibieron que la temperatura descendía a gran velocidad; intercambiaron una
               mirada temerosa y, en un instante, la cálida alegría del lugar pareció

               desvanecerse ante una gélida oscuridad. Las bisagras de la puerta principal del
               gran salón chirriaron por un vendaval que, dada su impetuosidad, robó la
               atención de los asistentes.


               Un par de gritos de los guardias que custodiaban la puerta fueron la antesala
               del siguiente acto: el más trágico, el que los reyes aguardaban. Ambos sabían
               que sólo era cuestión de tiempo para que sucediera. Su intuición y experiencia
               les dictaban que, en el Mundo de los Cuentos de Hadas, un momento de gloria,
               como el nacimiento de una princesa, no queda intacto antes de finalizar el día. Y
               era obvio que la historia de la princesa Anjana no sería la excepción.


               Por la escalinata principal del palacio, un espigado joven, en sí un niño, con
               una gruesa y oscura capa, ascendía a paso seguro, derribando con facilidad a
               quienes se atrevían a bloquearle el paso. Su figura alargada y gallarda
               contrastaba con su inocente pero inexpresivo rostro, en el que se dibujaba media
               sonrisa de lado. Sin lugar a dudas, se trataba del hechicero encargado de lanzar
               una terrible maldición a la princesa.


               —¡Vaya, vaya, sí que es una hermosa fiesta! —clamó con voz clara y metálica,
               discordante con su infantil apariencia, acallando así a los presentes.


               —¿Quién eres y a qué has venido? —inquirió con rudeza el rey, al tiempo que se
               colocaba entre el recién llegado, que avanzaba a paso firme, y la reina, quien,
               apenas repuesta de su letargo, llevaba a la princesa en brazos.


               —¡Oh, soberano del Reino de la Imaginación Olvidada!, hasta el más torpe de
               tus súbditos podría responder tu segundo cuestionamiento. Todos sabemos lo que
               sigue ahora. Pero, como cortesía, responderé tu primera pregunta, pues es
               indispensable que tu hija tenga, al menos, una posibilidad de tener su “felices
               para siempre” con el inútil hijo del Príncipe Encantador.


               ”Soy Rigardo, hijo de la más poderosa y malvada de todas las brujas de nuestro
               mundo, heredero natural del poder oscuro que se alimenta de la envidia, la
               codicia, el rencor y la cobardía de sus corazones y, por lo tanto, máximo
               portador de la desolación. Estoy aquí, como imaginan, para lanzar a su hija la
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