Page 46 - Princesa a la deriva
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España, que queda aún más lejos, pues hay que cruzar otro inmenso mar. Mi
padre quería establecer un comercio en Manila que enviara especias y seda a sus
hermanos en la Nueva España. Unos piratas nos atacaron. Quemaron el barco y
mucha gente murió, entre ellos mi familia. Yo sobreviví y esos hombres malos
me vendieron como esclava. Así llegué a la corte de tu padre. El rey buscaba a
una niña que jugara con su hija recién nacida. Con el tiempo, me tuvo tal
confianza, que te puso a mi cuidado. Le estoy agradecida; jamás me maltrató, ni
pasé hambre ni frío. Bueno, hasta estos últimos días, y eso fue por culpa del tal
Rajid.
La princesa, conmovida, la abrazó.
—¿Y ahora que va a ser de nosotras? —dijo la niña.
—El capitán nos llevará a Manila. Quizás allí haya una persona que conozca el
Reino del Elefante Blanco y pueda indicarles en un mapa dónde se localiza.
—El Reino del Elefante Blanco es famoso y temido —dijo Mila Milá, ofendida.
—Desde luego, pero necesitan saber el lugar exacto donde queda, para mandarle
un mensaje, a tu padre el rey.