Page 52 - Princesa a la deriva
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—¿Puebla?
—Sí, en la Nueva España. Es una tierra hermosa y rica.
—¿Y qué vamos hacer allí tú y yo?
El aya buscó palabras que no inquietaran demasiado a la niña.
—La Nueva España es un territorio que pertenece a los reyes de España. Como
les queda muy lejos, han enviado a un virrey para que gobierne en su lugar. Este
gran señor vive en una ciudad mucho más grande que Manila, llamada México.
La corte del virrey es deslumbrante, según cuenta don Joaquín. Allí están todas
las maravillas del mundo. Él se ha ofrecido llevarte en la Nao de China al
palacio del virrey para que allí vivas, ya que eres una princesa del Reino del
Elefante Blanco.
—¿Y si el virrey no me quiere en su casa?
—¡Cómo no va quererte! Si vas a ser un regalo para él.
— ¿Yo, regalo? Si tú lo dices, así será. Supongo que vendrás conmigo —dijo la
niña recelosa.
—No sé.
—Pero si tú eres mi aya.
—Ya no podré ser tu aya.
—Por eso vistes así, ¿verdad?
El aya asintió. Ahora que había recuperado su nombre y la reconocían como hija
de un hidalgo español, se merecía otro trato.
Don Joaquín Mendoza de los Santos le había informado que su tío era un
comerciante rico. Cuando partió hacia Manila, su tío le había pedido que hiciera
indagaciones sobre su hermano y su familia. Quizás el destino ayudó al permitir
que Rajid las robara, para que un navío de la marina española las encontrara y
las trajera a Manila. Ahora ella podría vivir con su familia.