Page 57 - Princesa a la deriva
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—No te haré caso, me taparé ojos y oídos.


               —Pues si se enteran de que te niegas a aprender, podrían decidir que eres una
               niña demasiado voluntariosa para llevársela al virrey y optar por dejarte acá. Yo
               ya no podré protegerte.


               —Dices todo eso nada más para asustarme.


               —Ojalá así fuera. En menos de una semana parte la Nao de China para la Nueva
               España y yo me iré en ese barco. Espero que tú viajes conmigo.


               —No es que quiera ser grosera contigo, ayita, pero de solo pensar que nunca más
               veré a mi padre ni a mi madre, ni a mis hermanos, ni correr por mi palacio, ni
               jugar con la tortuga gigante, ni con Tanto, mi pequeño elefante… —la niña se
               soltó a llorar.


               Doña Inés la abrazó para consolarla. Le contó de los nuevos mundos que
               conocerían, del gigantesco mar que iban a surcar. Poco a poco las historias
               despertaron la curiosidad de la niña. Doña Inés sabía que no era fácil aprender a
               vivir una nueva vida; quería evitarle a la pequeña demasiado sufrimiento. Desde
               el momento en que la pusieron bajo su cuidado había sentido cariño por ella.
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