Page 71 - Princesa a la deriva
P. 71
Un día, durante la clase, la niña preguntó.
—¿Qué va a ser de nosotros, de Rajid y de mí, ayita?
—Habla en español o no te contesto.
—Bien, está bien. Doña Inés, ¿qué va a pasar con Ramón y conmigo? —repitió
la niña.
—No debes preocuparte, todo saldrá bien.
—Sí, para usted, doña Inés, sí. Yo no sé si don Joaquín decidirá venderme con
los demás esclavos, en vez de mantenerme a su servicio. Además, a mi princesa
la van a mandar como juguete de un tal virrey —dijo Rajid. Sus ojos negros
brillaban de enojo; el gesto en su rostro recordaba al temible pirata.
—Ramón, recuerda que Micaela ya no es princesa. Y tú harías mejor en
controlar tu mal carácter, porque eso te va a delatar, y cuando descubran que eres
un fiero pirata en vez de un honesto servidor, te van a mandar a las minas de
plata.
—Yo soy un hombre leal que jamás traicionaría su confianza, ayita. Para mí
Mila Milá siempre será mi princesa —contestó Rajid en la lengua del Reino del
Elefante Blanco, preso de emoción.
—Don Joaquín me aseguró que la presentará al virrey como una princesa del
lejano Oriente, y como tal será recibida en la corte.
—Toda princesa necesita un guerrero que la proteja, un criado que la cuide; yo
debería ser ese —dijo Rajid.
—Ramón, insisto en que hables en castellano. No des pie a que cambien de
opinión sobre tu persona. Hablaré con don Joaquín. Ahora, un poco de paciencia
hasta que toquemos puerto.
Doña Inés les prometió hablar con el comerciante tan pronto pudiera.
Finalmente, el día esperado llegó. Ante un calor húmedo, que en cuestión de
segundos dejaba a todos bañados en sudor, la Nao de China entró al puerto de
Acapulco. En el muelle centenares de personas aguardaban con impaciencia,