Page 129 - El disco del tiempo
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del azafrán, y violentamente arrancó de cuajo una planta y procedió a desprender
las delicadas flores. Nuria pudo distinguir su raíz bulbosa y pensó que el joven
se marcharía del jardín, tal vez a otro país, a una tierra lejana donde
transplantaría su tesoro vegetal. La muchacha cerró los ojos para acariciar su
propia mirada. Sentía que comprendía las cosas desde sus adentros, que las leía
desde el interior de su sentido, y que todo estaba ocurriendo al mismo tiempo,
con el rumor del agua que transcurre y del viento que sopla a través de las ramas
de los árboles.
Cuando abrió de nuevo los ojos, ya no se hallaba en el jardín, sino de pie en una
pequeña construcción. Frente a ella, se alineaban siete pequeñas fosas cavadas
en la roca y a su espalda había una fosa de mayor tamaño. Vio a Philippe,
acuclillado frente a esta última, con actitud inquisitiva y preocupada. Philippe
levantó la cabeza y cruzó su mirada con la de Nuria, sonriéndole al mismo
tiempo. Nuria supo que estaba en la parte nordeste del complejo constructivo de
Festos, en el sitio donde había sido hallado el disco.
Philippe se levantó y caminó fuera del recinto. Nuria lo escuchó hablar, pero su
voz se perdió gradualmente; por donde había salido su amigo entraba ahora un
grupo de cuatro hombres de cabello negro ensortijado alrededor del cráneo, que
llevaban el torso desnudo y vestían una especie de falda que ceñida por un
cinturón llegaba hasta sus tobillos. Iban descalzos. Dos de ellos portaban, cada
uno, una tabla de piedra oscura. El hombre que marchaba al frente del grupo
llevaba en las manos un disco de arcilla.
El hombre que transportaba el disco se arrodilló frente a la fosa mayor,
inclinándose, depositó el disco en su interior, se apartó un poco y los hombres
que llevaban las tablas hicieron lo mismo. Por unos segundos, largos segundos
de silencio, los cuatro hombres se dispusieron alrededor de la fosa y se tomaron
de las manos. Sin soltarse, caminaron alrededor de ella hasta completar siete
vueltas en un sentido y siete vueltas en el otro. Sin detenerse, salieron del
recinto.
Nuria se asomó a la fosa donde fueron depositados los objetos, se arrodilló, tomó
con sus manos el disco de arcilla y lo extrajo de su fosa, de su reposo. Lo tomó
en su mano y lo observó. El disco la atrajo como un pozo atrae al que se asoma a
su brocal. Nuria se introdujo por el centro del disco en el preciso momento en
que en las Cuevas del Viento morían Pasífae y Ariadna, cuando en el estadio de
Knossos los toros mugían asustados por el ronco sonido de la tierra, cuando el