Page 93 - Sentido contrario en la selva
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en no pronunciar mi discurso, en esquivar la despedida…
Un sonido de ramas y hojas me hizo suspender las negras ideas. C´ayum
apareció sonriente. Nos acuclillamos y sacó de su bolsa de red una serie de
cosas: un collar de semillas, negras y rojas, pequeñísimas, unos pescados
tallados en madera aromática y una semilla de ceiba germinada en una cáscara
de coco. Los regalos que le había encargado.
Los recibí y de inmediato me dieron ganas de correr al campamento, entregar
mis regalos y decir el discurso más largo que hubiese dicho en mi vida. Pero C
´ayum, sonriente, quería que nos quedáramos a conversar. Conversar en silencio.
Así estuvimos. Poco después, C´ayum sacó de su bolso un trapo que desdobló
cuidadosamente. Aparecieron un par de plumas de ave, color turquesa, verde,
azul oscuro con pintas amarillas. Nunca había visto nada igual.
—K´uk´um —dijo, alzando las plumas entre sus dedos—. Regalo, se da a la
novia cuando tiene —aclaró C´ayum.
—¿Cuando tiene uno novia o cuando tiene uno plumas? —pregunté.
C´ayum reía.
—Novia. Yukunalak´, compañera de amor recibe plumas si contenta está.
De acuerdo, entregaré mis regalos y mis palabras. Tenía ganas de irme corriendo,
y ahora aquí estoy en el muelle, con los pies rozando el agua, a punto de abrir la
boca, en cuanto Claudia me lo permita.
—Quiero decirte qu… —me interrumpió un beso.
Y yo, feliz preferí el silencio y la entrega de regalos. Y los besos.