Page 88 - Sentido contrario en la selva
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manera. Le expliqué a Sita cómo me habitaban dos sentidos contrarios,

               queriendo decir y pensando que Pedro había sido un amigo. Sita comprendió,
               ella sabía mucho de sentidos contrarios. Sus ojos perdieron el reclamo que
               tenían.


               —¿Y po-por qué están ustedes aquí? —tartamudeé.

               —Escuchamos exclamaciones y movimientos y cuando nos acercamos Ricardo
               nos hizo seña de quedarnos aquí, alejadas. Están detrás de aquellos árboles,

               Ricardo, Emilio y Pedro —explicó Norma. Creo que las cosas no pintan muy
               bien. Lo que toca es denunciarlo a la Comisión de Cuidado Ambiental, y con las
               nuevas leyes, no le va a ir nada bien a Pedro.


               Yo tragué saliva. No quería imaginar a Pedro detenido o una situación peor. Al
               mismo tiempo, una idea golpeaba insistentemente mi cabeza. Yo había visto
               cómo Pedro le había traído un paquete al hombre de la camioneta.


               —¿Traes mi pedido? —había preguntado don Rodolfo.

               Y yo había escuchado a Pedro revolver algo en el interior de la avioneta, como si
               hubiera varios pedidos parecidos. Empecé a recordar episodios en la tele, donde

               se intercambian paquetes, que parecía… Y claro que sabía qué había dentro de
               los paquetes que se entregaban en la tele. Cualquiera lo sabe.

               Quise comentar, pero no me llegaron palabras, sino que me subí a la avioneta.


               —¿Qué haces, Nico? —exclamó Sita.


               —¡Mejor no subas, Nicolás, no es buena idea! —gritó Claudia.


               Pero ya estaba yo adentro. Ahí detrás de los asientos había varios rollos
               parecidos al que Pedro le entregó al hombre. Tomé dos y bajé con ellos.


               Los tiré al suelo y estuvimos un rato observándolos. Carmita se alejó recordando
               los frijoles.


               —¡Se me queman, y luego qué comemos!


               Quedamos Claudia, Sita, Norma y yo, mirando esos paquetes como si fueran a
               explotar. Abrimos la boca todos al mismo tiempo.
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