Page 85 - Sentido contrario en la selva
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estos últimos tiempos donde sus comentarios sonaban un poco amenazantes.
Ahí estaba Claudia con su pelo brillante y otro brillo en los ojos, el del enojo.
Tenía tantas ganas de besarla, que hubiera borrado ese pedazo de conversación
con tal de seguir robándole las palabras de su boca.
Se puso de pie. No me quedó otra que hacer lo mismo. Yo sabía que Claudia
tenía razón, pero yo ya había negado que sabía algo, yo me había encariñado con
alguien que me había hecho sentir bien. Quizá me había encariñado demasiado
fácilmente.