Page 93 - La desaparición de la abuela
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Epílogo
LOS médicos que revisaron a todos los huéspedes del Paraíso determinaron que
lo que se les había suministrado durante tantos años no era una droga, sino un
“atarugante” que, por lo demás, sería fácil de eliminar de su organismo.
¡Si Conrado no era tan tonto como para aniquilar los cerebros de quienes, según
él, salvarían el mundo! Y era tan malo e insensato como para hacer que sus
mendigos entregaran droga que sí causaba daños irremediables a los niños “para
que no sufrieran”.
En unos cuantos días, doña Elena estuvo en perfectas condiciones y tratando de
convencerse de que los diez años que había permanecido recluida sólo habían
sido un mal sueño.
Rodrigo y Esteban pudieron por fin interrogarla a sus anchas y descubrir por qué
la había raptado Conrado.
—¿Qué estabas haciendo, abuela, cuando te llevaron lejos? —pudo preguntar
finalmente Rodrigo.
—¡Estaba escribiendo un libro que ahora podré dar a conocer sin problemas!
—¿De qué se trataba? —intervino Esteban interesadísimo.
Doña Elena sonrió:
—En mi libro explico por qué los niños nunca deben ser lastimados: ellos son el
futuro y, al hacerles daño, se destruye ese futuro. Explico también algo muy
importante: cómo hacer para evitarlo, pues aunque parezca muy fácil, a los
adultos se les hace muy difícil. ¿Y saben por qué? ¡Porque ellos fueron
lastimados a su vez, pero se les ha olvidado!
—¿Y lo terminaste de escribir? —volvió a preguntar Rodrigo.
—¡Por supuesto! El día que me raptaron iba a entregarlo a la editorial que lo
publicaría. Después, en el Paraíso, me encontré con el señor que había prometido