Page 9 - La otra cara del sol
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el Negro y José. En el paquete había un montón de cómics: Tarzán, Supermán,
Zorro, La pequeña Lulú, Charlie Brown y otros más. Me dijo que se los había
prestado su amigo Javier. Oímos pasos afuera y enseguida metimos todo debajo
de una cama. Si papá se enteraba nos los confiscaría, pues decía que los cómics
no eran sino una perdedera de tiempo. Pero a nosotros nos encantaban y el hecho
de leerlos a escondidas los hacían más divertidos.
Cómo envidiaba a Cirilo, bueno, no se llama Cirilo, pero así lo bautizó la tía
Albita una vez que vino a visitarnos. Había dicho al verlo:
—Aquel tiene cara de Cirilo
—¿Por qué? —le pregunté—. ¿Cómo son los que se llaman Cirilo?
—¡Pues como este! —me había respondido muerta de risa.
El caso es que “Cirilo” había puesto un negocio de alquiler de historietas. Había
llenado las paredes de cuerdas y allí había colgado los cientos de tiras cómicas
que alquilaba. Uno pasaba frente a su negocio y veía a un montón de
muchachitos sentados en los bancos, lee que lee y a Cirilo estirado cuan largo era
en un banco, leyendo también. A mí me pareció que era el trabajo más
maravilloso del planeta.
José, que ya empezaba a leer, adoraba hojear los cómics de cowboys. Coqui y el
Negro empezaron a llamarlo “El llanero solitario” cuando lo veían trepado en el
palo de la escoba, con su sombrero negro y sus pistolas de juguete al cinto. José
se ponía furioso y les “disparaba” mientras les sacaba la lengua.
NUNCA HE QUERIDO esta casa. Me parece un sitio sin alma, me parece fría y
por la noche si uno va a la cocina se encuentra con un ejército de cucarachas.
Son los bichos que más detesto, y aún más desde que papá me dijo que los
inmundos bichos sobrevivirían a la explosión de la bomba atómica, que según
me explicó, es lo más potente que existe. Para consolarme un poco, papá me dijo
que en Hiroshima, una ciudad de Japón destruida por la primera bomba atómica
que se lanzó, había un árbol que la bomba no había logrado destruir; el árbol más
viejo del mundo, al que no afecta ninguna plaga, ninguna enfermedad y que
además en otoño parece de oro, es originario de China y se llama el Ginkgo
Biloba. Pero no hay en nuestro país; existe en China y hay algunos en Europa.