Page 127 - Diario de guerra del coronel Mejía
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Entonces, Bola de Arroz, se acercó al aparato y lo encendió. Se veía en la

               pantalla como una gran nevada, y un ruido como de ventisca. Le dio vuelta al
               selector pero no cambiaba la imagen para nada. (Hasta la década siguiente
               empezarían en México las transmisiones televisivas.)


               —¿Y a poco en Japón sí se ven cosas?

               —No sé. Nunca he estado en Japón.


               —Bueno, ¿eres japonés o no?


               —Mis papás son japoneses pero yo nací aquí en México, en Tamaulipas.


               —Pues por si no lo sabes estamos en guerra con Japón, así que tú y yo somos
               enemigos.


               Bola de Arroz se encogió de hombros y se tiró en la cama de espaldas. Tomó una
               historieta cómica llena de signos japoneses y comenzó a hojearla. Al poco
               tiempo, el Coronel se dio cuenta de algo muy curioso.


               —¿Por qué la lees al revés?


               —No es al revés. Así es como se lee en Japón.


               —Pues es al revés.

               —Y por qué no es “al revés” así como tú lees, ¿eh?


               Entonces entró la señora Matsui con una bandeja; en ella había un par de vasos
               con limonada. El Coronel tomó uno.


               —Apenas llegamos a la ciudad en abril —dijo ella—, y Ryoji no tiene amigos.


               —No necesito amigos —dijo Bola de Arroz sin soltar su historieta.


               —Tonterías. Todos necesitamos amigos —lo reprendió ella, poniendo su vaso de
               limonada sobre un buró—. Ryoji, platícale a Alfonso lo que hacías allá en
               Tamaulipas, anda.


               Luego, acarició el cabello de mi Coronel y abandonó la habitación. Los
               esfuerzos de la señora Matsui eran muy válidos, pero todo el mundo sabe que
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