Page 51 - El hotel
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–¿Y querrá usted bajarse a dar una vuelta? –continuó muy educadamente el
abuelo, ignorando al gorrión.
–Oh, me encantaría. Las casas de colores a la orilla del río Trondheimsfjorden
son verdaderamente un espectáculo.
–¿Trondheimsfjorden? –se admiró de nuevo el señor X.
Te aconsejo que no trates de repetir ese nombre mientras comes fabada, como
hizo el señor X. No te voy a contar aquí las consecuencias de ese irresponsable
acto, pero tardamos días en quitar las manchas del techo.
–¿Dónde está Trondheimsfjorden? –preguntó.
Y venga a volar fabada...
De nuevo nadie le hizo caso porque todos, como es natural, ya sabíamos que
Trondheimsfjorden es el río que confluye con el río Nidelva, en la ciudad
noruega de Trondheim. Yo, con mamá Leo, aprendí mucho de geografía.
La conversación siguió su curso normal y el abuelo abrió la botella de vino.
Todos brindamos por Trondheimsfjorden (menos el señor X) y seguimos a lo
nuestro.
Currito y el tío Manolo empezaron a ponerse colorados y se les veía, por la
agitación de los dedos y los movimientos de las orejas, que querían ponerse a
cantar. La tía Amalia vino corriendo de la cocina y nos dijo con gran pesar que
había desaparecido el arroz con leche.
–¡Vaya con los bisabuelos! –exclamó el tío Servando–. Para ser fantasmas, les
gusta demasiado la comida.
Y nos pusimos a discutir sobre si los fantasmas comen o no y, en caso de que
comieran, si el arroz con leche no les daría dolor de barriga. Entonces Currito no
pudo más y se arrancó a cantar una copla. El tío Manolo le siguió con una tonada
asturiana de pura cepa y todos empezamos a dar palmas con la servilleta en la
cabeza, que es lo que hacemos para mostrar nuestro entusiasmo (cada familia
tiene su código doméstico).
Entonces, el señor X explotó.