Page 59 - El hotel
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manda, Paloma, que los chicos de hoy en día no saben poner una palabra detrás

               de otra. Mira que recibo cartas de admiradores, pero es que son todas muy sosas.
               Como la de él, ninguna. Porque Faustino es... es... era... otra cosa.

               Entonces, su semblante cambió y miró al fuego, donde ya ni siquiera quedaban

               los restos de humo de aquella carta tantas veces leída.

               –Pero tal vez tenga razón el señor X y sea mejor acabar con esta tontería. Y eso
               que a mis hermanas les divertía mucho el juego, y yo ya ponía unos ojos de

               enamorada la mar de conseguidos. Pensaba escribirme alguna más, pero ahora
               ya para qué.

               Su voz sonó trémula y el fuego tembló en sus pupilas completamente

               desencantadas. Yo sentí mucha lástima y también mucha rabia, y volví a alzar el
               puño vengativa. ¡Qué le importaban a aquel señor X las fantasías de la tía
               Juanita!
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