Page 209 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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Volteretas
Al lunes siguiente, el mundo se puso del revés.
Para empezar, me pasé todo el recreo buscando a Álex. ¿Te lo imaginas? ¡Yo
buscándole a él! Por todo el patio y sin poder encontrarle. No había subido a mi
casa durante el fin de semana, y ahora necesitaba hablar con alguien. Aquello me
hizo sentir muy sola. Fue durante aquel recreo cuando decidí que nunca más me
escondería de un amigo, aunque fuera un amigo a mi pesar... No se lo merecía.
Al final, cansada, decidí sentarme a meditar en mi refugio-retrete.
Y allí me lo encontré.
No solo a él. Otros cinco o seis niños de mi curso se apretujaban dentro del váter
y examinaban la puerta pintarrajeada como si estuvieran contemplando a la
mismísima Mona Lisa. Otros pocos aguardaban junto a los lavabos. Parecían un
grupo de turistas japoneses esperando turno. Sin cámaras, afortunadamente.
Arrastré a Álex hacia un rincón.
–¿Qué es esto, un museo o qué?
–Nooo –soltó uno de sus «ji, ji, ji»–. Es que no sabes lo que han escrito ahí
detrás...
–¿Que no lo sé? –bajé la voz–. ¿Quién crees que lo escribió y con qué pintaúñas?
–¡¿Tú?! ¿Y por qué no me cuentas las cosas? Entonces, la pintada es auténtica.
¡Es una firma de la auténtica Rebecca Paradise! La gente va a volverse loca.
–¡Shhh! ¿Pero quién la ha descubierto? ¿Quién os ha dicho que estaba ahí?
Yo sabía que solo tres personas conocían la existencia de la pintada. No creí que
Lavender se hubiese chivado. Ella no estaba convencida de airear la identidad de
Rebecca. Thomas, por su parte, estaba demasiado chiflado por Sofía como para
traicionarla. En cuanto a Sofía, ni pensarlo, era obvio que querría mantener el