Page 68 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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El glob
Supongo que el que aceptase bajar a casa de Álex sin escolta policial puede darte
una idea de lo desesperada que estaba. Papá, en cambio, creyó que era un plan
estupendo. Bueno, si debo ser sincera, al principio ni siquiera lo creyó.
–¿El vecino de abajo? Pero... ¿te ha invitado él?
–Ajá. ¿No puedo ir? –una parte de mí deseaba que dijera que no.
–Eh... no, no, quiero decir... sí, cla-claro que puedes ir –tartamudeó–. Me alegro
mucho de que hagas amigos... ¿Quién es?
–Ya te lo he dicho, se llama Álex.
–Álex... Pero no me has hablado de él, ¿verdad?
Verdad. Era extraño, pero nunca había mencionado a Álex, que era mi único
amigo verdadero. En cambio, cada tarde le hablaba un poco a papá de todos mis
amigos falsos. Sobre todo, de Sofía. Mi gran amiga Sofía.
El caso es que me dejó ir, me hizo ponerme ropa limpia y me rogó que fuese
educada. Desde el rellano aún pude ver el brillo de su pupila tras la mirilla, como
si no acabara de creérselo. Hasta aquel día, ningún compañero de ninguna de mis
cuatro escuelas me había invitado a su casa. Pero eso es solo porque yo no
quiero. Te juro que es verdad, y no estoy de humor para discutirlo.
Un piso más abajo, el propio Álex me abrió la puerta.
–Pasa –me dijo, arrastrando por un recibidor en penumbra a mis viejas amigas
las pantuflas robot–. Mis padres están trabajando.
Creí que se refería a que sus padres no estaban en casa, pero al atravesar el
pasillo los vi a los dos, de espaldas, cada uno en su despacho minúsculo, pero
frente a grandes pantallas que emitían una luz azulada. Estaba claro quién le
había contagiado a Álex su pasión por los ordenadores. También estaba claro de