Page 69 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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dónde había sacado su voz acatarrada. Era la misma con la que su madre nos
saludó («Hoda, no hagáis mucho duido, ¿de acueddo?») sin darse la vuelta.
Seguramente las pecas eran de su padre.
La habitación de Álex era tan pequeña como la mía, pero lo parecía aún más.
Estaba abarrotada de arriba abajo con montones de revistas, dibujos colgando de
chinchetas y un par de trastos construidos con latas de refresco, cables y
bombillas viejas. Junto a la pared se alzaban dos literas con las sábanas sucias y
revueltas. Parecía que hubiera dormido en ellas un cocodrilo. Bueno, dos.
–Está un poco desordenado –me explicó, abriéndose paso con las pantuflas.
Sobre el escritorio centelleaba el rey de la habitación: otro gran ordenador de
veintimuchas pulgadas. Y justo detrás colgaba un gran póster con la foto de una
playa desierta llena de arena blanca y de palmeras. «I LIVE IN PARADISE»,
decía debajo en letras enormes.
–Es una playa del Caribe –me explicó Álex, sentándose.
–Ya lo sé –dije con sequedad, aunque no lo sabía, y me senté sobre la cama de
abajo con las piernas encogidas–. ¿Es ahí donde piensas que vayamos de
vacaciones?
–Nooo... Ya te lo he dicho. Vamos a crear un blog.
Nunca he sido una gran apasionada de la informática, así que, para mí, «blog» es
básicamente el ruido que hace un flan de gelatina al estrellarse contra el suelo.
Pero ya sé que es más que eso. Un blog es una especie de diario informático en
el que puedes contar al mundo todo lo que te sucede día a día, o lo que no te
sucede y te gustaría que sucediera, o lo que te dé la gana.
–Un blog es un espacio muy personal –me explicó Álex–. Como tu casa. Puedes
elegirlo todo, desde el color de las paredes hasta la música que suena en el salón.
Y lo que es más importante: puedes elegir cómo o quién eres tú.
–Pero nadie debe saber que la casa es mía –le advertí antes que nada.
–Vale. Lo primero que necesitamos es encontrarte un alias.
Más palabras raras.