Page 88 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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–Ah, entiendo. ¿Y qué fue eso que dijiste?


               Era el momento de afrontar una pregunta difícil. Tomé aire y lo solté sin pensar:


               –Dije que a mi madre se la llevó un mago.


               Ya estaba hecho.


               George parpadeó un par de veces.


               –¿Dijiste que a tu madre se la llevó un mago?


               –Sí.

               –O sea, que... ¿dijiste que un mago la hizo desaparecer?


               –¡Sí!


               –Bueno. ¿Y por qué dijiste eso?


               Un momento. Aquella era la verdadera pregunta difícil.


               –¿Eh? Pues porque... por-porque... porque se la llevó un mago.


               Y aquella, desde luego, no era la respuesta correcta.


               George me miró como si quisiera ver algo más allá de mis ojos. Luego volvió a
               levantarse y se acercó a la ventana. El sol subía poco a poco, y yo presentí que
               había llegado la hora de los consejos.


               –Me fastidian los magos –soltó por fin. Luego suspiró–. Siempre que se habla de
               ellos me acuerdo de mi pobre tío Óscar. ¿Nunca te he hablado de él?
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