Page 91 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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–Ajá.
–Veo que no te impresiona demasiado. ¡Ah, pero aquí viene lo curioso! A la
mañana siguiente, al despertar, ¿qué dirías que encontró el tío Oswald junto al
sombrero?
–¿No se llamaba Óscar su tío?
–Óscar, eso quería decir. ¿Qué crees que encontró?
–No sé.
–Un conejo. Había salido del interior del sombrero.
–Mentira –solté sin pensarlo.
Pero George no me hizo ni caso y prosiguió:
–Era blanco, gordo, peludo y suave. Lo encontró mordisqueando los libros de la
estantería e investigándolo todo con sus ojillos rojos. Claro que mi tío era un tipo
frío y huraño, pero no lo suficiente como para coger a un indefenso conejo
blanco, asarlo en el horno y comérselo con verduritas. De modo que tuvo que
quedarse con él.
Me encogí de hombros, aunque por dentro estaba un poco intrigada.
–Mi tío dispuso un cuenco con agua y un par zanahorias para el conejo y se
marchó al trabajo sin preocuparse más del asunto. ¿Sabes lo que pasó cuando
regresó?
–No.
–Del sombrero había salido otro conejo.
–¿En serio? –pregunté, incrédula.
–Tan blanco y suave como el anterior –George me miró fijamente–. Y no solo
eso. Cada tarde, cuando regresaba a casa, inevitablemente se encontraba con un
nuevo conejo. ¿Te das cuenta? ¡Un conejo nuevo cada día!
–Ya, ¿y por qué no se deshizo del sombrero?