Page 151 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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ORGANIZACION  DE  LOS  NUEVOS  TERRITORIOS         145
          ¿Correspondían  realmente  a  estos  fines  las  instituciones  políticas  implanta­
      das  por  él?
          No  cabe  duda  de  que lo  que  sabemos  que  hizo  en  este  respecto,  por  lo  que
      se refiere  a  esta  primera  campaña,  procuraba  plegarse  siempre  a  las  formas  vigen­
      tes  con anterioridad,  pero  de  tal  modo  que  su  contenido,  sujeto  a  modificaciones
      esenciales, cambiaba  de significación.  Es  cierto  que  dejó  subsistente la  institución
      de  la  satrapía  en  Frigia,  en  el  Helesponto,  en  Lidia  y  en  Caria;  pero  en  Lidia
      instituyó,  al  lado  del  sátrapa,  un  funcionario  especial  encargado  del  reparto  y  la
      percepción de los tributos;  en la  Caria  entregó  la  satrapía  a  la  princesa  Ada,  pero
      la  fuerte  guarnición  apostada  en  esta  provincia  quedó  al  mando  de  un  estratega
      macedonio;  también  en la  Lidia  dejó  -—probablemente  con  el  mismo  nombre  de
      estratega—  a  un  jefe  encargado  exclusivamente  del  mando  de  las  fuerzas  mili­
      tares.  Y  es  posible  que  la  administración  financiera  de  la  satrapía  se  organizase
      también  aquí  en  relación  directa  con  la  tesorería  general,  dirigida  —no  sabemos
      si a partir de esta  época  o  desde antes—  por Harpalo,  el  hijo  de  Majatas.
          Que  la  órbita  de  atribuciones  del  sátrapa  se  hallaba  mucho  más  clara  y  ní­
      tidamente  deslindada  que  en  el  imperio  persa  y  que  estas  autoridades  no  se
      nombraban  para  que  actuasen  como  soberanos  dentro  de  un  territorio  propio,
      sino como funcionarios del rey, lo demuestra el hecho de que no  se ha  conservado
      ninguna  moneda  acuñada  por los  sátrapas  de  Alejandro  antes  del  año  306,  mien­
      tras  que  en  el  imperio  persa  los  sátrapas  ejercían  el  derecho  de  acuñación  de
      moneda ya bajo Darío I, fundador del sistema  administrativo  del imperio.  Cuadra
      muy  bien  con  el  régimen  implantado  por  Alejandro  una  inscripción  procedente
      de  la  época  de  los  diadocos  en  que  se  clasifican  las  distintas  funciones  adminis­
      trativas  de la  competencia  de  los  reyes,  de  los  sátrapas,  de  las  ciudades  y  de  los
      particulares, asignándose a la competencia real, como ramas principales, la  política
      monetaria,  la  reglamentación  de  las  exportaciones  y  las  importaciones  y  la  orga­
      nización  de  la  corte  y  adjudicándose  a  los  sátrapas  el  impuesto  territorial,  las
      rentas  de  las  minas,  las  de  los  emporios,  las  obtenidas  de  los  rendimientos  de
      los campos y del tráfico comercial, las de los rebaños y,  finalmente, las del impues­
      to  de  capacitación  y  las  de  las  contribuciones  industriales.
          Además,  Alejandro  —cosa  no  menos  importante—  reguló  la  situación  polí­
      tica  de  las  poblaciones.  En  este  terreno,  parece  que  su  idea  central  fué  respetar
      la  libertad  y  autonomía  municipales  en  todos  aquellos  sitios  en  que  existiesen  o
      hubiesen  existido  alguna  vez  comunidades  organizadas.  En  este  sentido,  no  sólo
      se  restauró  la  autonomía  de  las  ciudades  helénicas  del  Asia,  garantizándola  me­
      diante  la  implantación  o  el  restablecimiento  de  la  democracia,  sino  que  se  dejó
      también  subsistente  en  todo  su  vigor,  como  tenemos  razones  para  suponer,  el
      tradicional régimen federativo de lós licios, claro está que bajo la condición,  expre­
      sa o tácita, de que fuese retirado el contingente  de los  diez barcos  de  guerra  licios
      que prestaban servicio en la flota persa.  Y los lidios, según rezan  nuestras  fuentes,
      “vieron  sus  leyes  restauradas  y  se  convirtieron  en  hombres  libres” .  Cualquiera
      que  fuese  el  carácter  de  estas  leyes  de  los  lidios  —pues  no  poseemos  detalles
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