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x5ó G. Marañón
de las generaciones que nos han se­
guido. Ahora, a los veinticinco años,
es hora de decir, con orgullo, que nin­
guno de nosotros somos ricos, como
lo son los que, sin ruido, se incorpora­
ron a otras actividades: a la banca, a la
industria o a los negocios. El coche
que era lujoso hace veinte años, es
ahora modesto, porque es el mismo.
Ninguno hemos ascendido al Rolls. Si
nos sentimos satisfechos, quizá envi­
diables, es por haber servido, con sa­
crificio, a la profesión y a la ciencia.
El porvenir hará cada vez más difí­
ciles estos materiales éxitos, con ser
tan relativos. El médico, digan lo que
quieran, se acomodará a un tipo medio
en cuanto a sus ganancias, perfeccio­
nando cada vez más sus calidades de
buen práctico y de hombre de ciencia.

II