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Vocación y ética i 61
que el juez le comprenda y le perdone;
y si el juez es Dios, entonces seguro
de que le perdonará.
El hombre y la mujer, arrastrados
por el torbellino de la pasión sexual,
llegan a veces a trances difíciles para
su salud, para su dignidad, para la paz
de los que le rodean. Cuando esta mu
jer o este hombre acuden al médico
para intentar un remedio a su angus
tia, el médico no les puede contestar
que procedió mal, que faltó a las leyes
naturales, sociales o divinas; sino con
un consejo cordial y, si es posible y
digno, con un remedio.
Con este criterio de generosidad se
resolverá, caso a caso, la situación, sin
posibles reglas fijas. Generosidad ab
soluta: esto es lo que hace respetable
la actitud del médico: generosidad cor-
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