Page 222 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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punta inferior toca el extremo izquierdo de una cruz; todos estos son misterios

       profundos. Obsérvese que Lévi, en su ilustración original, transpuso a Serapis
       y Hécate, pero no al Apis negro y el Apis blanco, tal vez porque asociaba la

       cabeza  de  Bes  con  Hécate.  Obsérvese  que,  al  haber  referido  las  doce  letras

       simples a la parte inferior, las siete dobles tienen que corresponder a la región

       central  de  los  planetas  y  entonces  queda  la  gran  tríada  A. M. S.,  las  letras
       madre que representan el Aire, el Agua y el Fuego. en tomo a la ese de la Iynx

       central,  o  yod,  que  estaría  representada  por  la  tríada  ofiónica,  las  dos

       serpientes y la esfinge leonina. La palabra de Levi OPS, situada en el centro, es

       la  Ops  latina,  Terra,  el  genio  de  la  Tierra:  y  la  Ops  griega,  Rea,  o  Kubele
       (Cibeles), a menudo representada como una diosa sentada en un carro tirado

       por leones; lleva una corona de torrecillas y sostiene una llave.                      [50]



       El  ensayo  publicado  en  francés  por  Alexandre  Lenoir  en  1809,  a  pesar  de  ser

  curioso  y  original,  contiene  poca  información  verdadera  sobre  la  tabla:  el  autor

  pretende demostrar que era un calendario egipcio o una carta astral. Puesto que tanto
  Montfaucon como Lenoir —en realidad, todos los que han escrito sobre el tema desde

  1651—  han  basado  su  trabajo  en  el  de  Kircher  o  han  recibido  una  influencia  suya

  considerable,  se  ha  hecho  una  traducción  meticulosa  del  artículo  original  de  este
  último  (ochenta  páginas  en  latín  del  siglo  XVII).  La  ilustración  a  doble  página  que

  aparece en el encarte en color es una copia fiel hecha por Kircher del grabado que hay

  en  el  Museo  de  Jeroglíficos.  Las  letras  y  los  números  pequeños  que  se  usan  para
  indicar las figuras fueron añadidos por él para aclarar su comentario y se usarán con

  el mismo fin en esta obra.

       Como  casi  todas  las  antigüedades  religiosas  y  filosóficas,  la  Tabla  Isíaca  o

  Bembina ha sido objeto de mucha controversia. En una nota a pie de página, A. E.
  Waite, incapaz de distinguir entre la naturaleza o el origen auténtico y el supuesto de la

  tabla, repite el parecer de J. G. Wilkinson, otro exotericus ilustre: «La [tabla] original

  es  sumamente  tardía  y  en  líneas  generales  se  considera  una  falsificación».  Por  otra

  parte,  Eduard  Winkelmann,  un  hombre  de  profundos  conocimientos,  defiende  la
  autenticidad y la antigüedad de la tabla. Un análisis sincero de la Mensa Isíaca revela

  un hecho de fundamental importancia: que si bien quienquiera que creó la tabla no era

  necesariamente egipcio, era un iniciado en el orden máximo y conocía los principios
  más arcanos del esoterismo hermético.
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