Page 269 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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cuando uno no sabe qué decir, siempre le conviene callar.
III. Cuando sople el viento, adora el sonido. Con esto Pitágoras recuerda a sus
discípulos que el mandato divino se escucha en la voz de los elementos y que todas
las cosas de la naturaleza manifiestan, mediante la armonía, el ritmo, el orden o el
procedimiento, los atributos de la divinidad.
IV. Ayuda a los demás a levantar una carga, pero no a apoyarla en el suelo. Indica
al estudiante que colabore con el diligente, pero que jamás asista a aquellos que
pretenden eludir sus responsabilidades, porque alentar la indolencia constituye un
pecado grave.
V. No hables sin luz sobre cuestiones pitagóricas. Se advierte al mundo que no se
debe tratar de interpretar los misterios divinos ni los estados de las ciencias sin la
iluminación espiritual e intelectual.
VI. Si te has marchado de tu casa, no regreses, porque las furias irán contigo. Con
estas palabras, Pitágoras advierte a sus seguidores que quien se ponga a buscar la
verdad y, tras aprender parte del misterio, se desanime e intente regresar a su estado
anterior de vicio e ignorancia, padecerá mucho, porque es preferible no saber nada
sobre la divinidad que aprender un poco y detenerse sin llegar a saberlo todo.
VII. Alimenta a un gallo, pero no lo sacrifiques, porque es sagrado para el sol y la
luna. Este aforismo oculta dos lecciones importantes. La primera es una advertencia
contra el sacrificio de seres vivos a los dioses, porque la vida es sagrada y nadie debe
destruirla, ni siquiera para hacer una ofrenda a la divinidad. La segunda advierte que
el cuerpo humano (al que aquí se hace referencia como un gallo) es sagrado para el
sol (Dios) y para la luna (la Naturaleza) y se debe proteger y conservar como el medio
de expresión más precioso que tiene el hombre. Pitágoras también prevenía a sus
discípulos contra el suicidio.
VIII. No recibas golondrinas en tu casa. Con esto se advierte a quien va en pos de la
verdad que no debe permitir que entren en su cabeza pensamientos dispersos ni que
entren en su vida personas ineficaces. Siempre debe estar rodeado de personas
racionales y de trabajadores aplicados.
IX. No ofrezcas fácilmente a nadie tu mano derecha. Así se advierte al discípulo que