Page 271 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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el globo de la unidad, la gran mónada y el altar de Vesta. Como el número sagrado

  diez  simbolizaba  a  suma  de  todas  las  partes  y  la  totalidad  de  todas  las  cosas,  era
  natural  que  Pitágoras  dividiera  el  universo  en  diez  esferas,  representadas  por  diez

  círculos  concéntricos.  Aquellos  círculos  comenzaban  en  el  centro  con  el  globo  del

  fuego  divino;  a  continuación  venían  los  siete  planetas,  la  tierra  y  otro  planeta

  misterioso, llamado Antichton, que no era visible nunca.
       Hay diversas opiniones acerca de la naturaleza de Antichton. Según san Clemente

  de  Alejandría,  representaba  la  masa  de  los  cielos;  otros  decían  que  se  trataba  de  la

  luna.  Lo  más  probable  es  que  fuera  la  misteriosa  Octava  Esfera  de  los  antiguos,  el

  planeta oscuro que se movía en la misma órbita que la tierra, pero que siempre estaba
  oculto de esta por el cuerpo del sol, porque siempre estaba en oposición a la tierra.

  ¿Será esta la misteriosa Lilith sobre la cual tanto han especulado los astrólogos?

       Isaac Myer opinaba lo siguiente: «Para los pitagóricos, cada estrella era un mundo

  que tenía su propia atmósfera, con una extensión enorme de éter a su alrededor».                                    [61]
  Los discípulos de Pitágoras también reverenciaban mucho al planeta Venus, porque

  era el único tan brillante que proyectaba una sombra. Como lucero matutino, Venus es

  visible antes de la salida del sol y, como lucero vespertino, brilla justo después de la

  puesta  del  sol.  Debido  a  estas  características,  los  antiguos  le  han  dado  diversos
  nombres. Por ser visible en el cielo al atardecer, la llamaban «vesper» y por salir antes

  que el sol la llamaban «luz falsa», «estrella de la mañana» o «Lucifer», que significa

  «portador de luz». Por esta relación con el sol, también llamaban al planeta Venus,
  Astarté, Afrodita, Isis y la madre de los dioses. Es posible que, en algunas épocas del

  año, en determinadas latitudes se pudiera detectar sin necesidad de telescopio la forma

  de media luna de Venus. Esto explicaría la media luna que a menudo se observa en
  relación con las diosas de la Antigüedad, cuyas historias no coinciden con las fases de

  la luna. No cabe duda de que Pitágoras aprendió todo lo que sabía de astronomía en

  los templos egipcios, cuyos sacerdotes conocían la verdadera relación de los cuerpos

  celestes muchos miles de años antes de que dicho conocimiento se revelara al mundo
  no iniciado. El hecho de que el conocimiento adquirido en los templos le permitiera

  hacer afirmaciones que tardaron dos mil años en poder ser demostradas prueba por

  qué Platón y Aristóteles estimaban tanto la profundidad de los Misterios antiguos. En

  medio  de  una  relativa  ignorancia  científica  y  sin  la  ayuda  de  ningún  instrumento
  moderno, los sacerdotes-filósofos habían descubierto los verdaderos fundamentos de

  la dinámica universal.
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