Page 533 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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directa entre Adán y Cristo, pasando por alto así, evidentemente, la naturaleza tan
pecaminosa del antepasado común del hombre, puesto que es cierto que, cuando san
Agustín compara a Adán con Cristo y a Eva con la Iglesia, no pretende acusar a esta
institución de ser la causa directa de la caída del hombre. Sin embargo, por algún
motivo inexplicable, para la religión el intelectualismo —en realidad, cualquier forma
de conocimiento— siempre ha sido fatal para el desarrollo espiritual del hombre. Los
hermanos ignorantinos son un ejemplo destacado de esta actitud.
En este drama ritualista, posiblemente derivado de los egipcios, Adán, expulsado
del jardín del Edén, representa al hombre exiliado filosóficamente de la esfera de la
Verdad. Por ignorancia, el hombre cae; por la sabiduría se redime. El jardín del Edén
representa la casa de los Misterios [145] , en medio de la cual crecían tanto el árbol de la
Vida como el árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.
El ser humano —el Adán desterrado— intenta entrar desde el patio que está fuera
del santuario (el universo exterior) al sanctasanctórum, pero ante él se alza una
criatura enorme con una espada flamígera, que, con un movimiento lento pero
continuo, traza un amplio círculo que el hombre adánico no puede atravesar.
El querubín dirige al buscador las siguientes palabras:
—Hombre, polvo eres y al polvo tornarás. Te ha conformado el creador de las
formas y a la esfera de la forma perteneces; el aliento insuflado en tu alma era el de la
forma y como una llama titilará. Más que lo que eres no podrás ser. Como morador
del mundo exterior, tienes prohibido entrar aquí dentro.
—Muchas veces he venido a este patio y he suplicado que me dejaseis entrar a la
casa de mi Padre —responde Adán—, pero me lo habéis impedido y me habéis
enviado a seguir vagando en la oscuridad. Cierto es que estoy hecho de tierra y que mi
Hacedor no pudo otorgarme el don de la inmortalidad, pero ya no volveréis a
echarme, porque, en mi deambular por la oscuridad, he descubierto que el
Todopoderoso ha decretado mi salvación, porque ha enviado desde Su Misterio más
recóndito a Su Hijo único, que se hizo cargo del mundo creado por el demiurgo.
Sobre los elementos de este mundo fue crucificado y ha derramado Su sangre para mi
salvación. Dios ha entrado en Su creación, la ha hecho brotar y ha establecido en ella
un camino que conduce hasta Él. Aunque mi Hacedor no pudo dame la inmortalidad,
esta era inherente al polvo mismo del cual estoy hecho, porque, antes de que se creara
el mundo y antes de que el demiurgo se convirtiera en regente de la naturaleza, la vida
eterna se había estampado sobre la faz del cosmos Y este es su signo: la cruz. ¿Me
negáis la entrada, a mí, que por fin he conocido el misterio de mi existencia?