Page 532 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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camaradería  en  la  cual  dos  individualidades  completas  que  manifiestan  polaridades

  opuestas se asocian para que cada una despierte las cualidades latentes en la otra y
  contribuir así a alcanzar la completitud individual. Se podría decir que para la primera

  teoría  el  matrimonio  es  un  fin,  mientras  que,  para  la  segunda,  es  un  medio  para

  alcanzar  un  fin.  Las  escuelas  filosóficas  más  profundas  se  han  inclinado  por  la

  segunda, porque reconoce mejor las potencialidades infinitas de la completitud divina
  en los dos aspectos de la creación.

       La  Iglesia  cristiana  se  opone  fundamentalmente  a  la  teoría  del  matrimonio,  al

  sostener  que  solo  alcanzan  el  grado  más  elevado  de  espiritualidad  aquellos  que

  preservan el estado virginal. Aparentemente, este concepto surgió en algunas sectas de
  los primeros cristianos gnósticos, que enseñaban que propagar la especie humana era

  incrementar  y  perpetuar  el  poder  del  demiurgo,  porque  el  mundo  inferior  se

  consideraba una invención perversa, creada para atrapar las almas de todos los que
  nacían  en  él  y,  por  lo  tanto,  era  pecado  contribuir  a  traer  almas  a  la  tierra.  Por

  consiguiente, cuando el desafortunado padre o madre se presente ante el tribunal final,

  todos sus hijos aparecerán también y lo acusarán de ser la causa de los sufrimientos
  que conlleva la existencia física. Refuerza este parecer la alegoría de Adán y Eva, cuyo

  pecado —que motivó la caída de la humanidad— todos admiten que tuvo que ver con

  el misterio de la procreación. La humanidad, que debe al padre Adán su existencia

  física, considera a su progenitor la causa fundamental de su desgracia y en el día del
  Juicio Final se alzará como una progenie poderosa y acusará a su antepasado común.

       Según las sectas gnósticas que mantenían una actitud más racional sobre el tema,

  la mera existencia de los mundos inferiores quería decir que el creador supremo tenía

  una finalidad definida para su creación y dudar de su criterio era, por consiguiente, un
  grave error. La Iglesia, sin embargo, se arrogó aparentemente la increíble prerrogativa

  de  corregir  a  Dios  a  este  respecto,  porque,  siempre  que  le  era  posible,  siguió

  imponiendo  el  celibato,  una  práctica  que  produce  una  cantidad  alarmante  de
  neuróticos. En los Misterios, el celibato se reserva a aquellos que han alcanzado cierto

  grado de desenvolvimiento espiritual. En cambio, cuando se lo defiende para la masa

  de la humanidad no iluminada, se convierte en una herejía peligrosa, fatal tanto para la

  religión como para la filosofía. Así como el cristianismo, en su fanatismo, ha acusado
  a  todos  los  judíos  por  la  crucifixión  de  Jesús,  ha  sido  igual  de  sistemático  para

  calumniar a todos los miembros del sexo femenino. Para reivindicar a Eva, la filosofía

  sostiene que la alegoría se limita a implicar que sus emociones tientan al hombre para

  que se aparte del camino seguro de la razón.
       Muchos de los primeros Padres de la Iglesia trataron de establecer una relación
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