Page 530 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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generativo del cuerpo humano. Dos aberturas se muestran en el arca: una —

       la  puerta  principal—  representa  el  orificio  a  través  del  cual  los  animales
       descienden hacia la existencia física; la otra es una pequeña ventana cercana

       a la corona de la cabeza a través de la cual el espíritu consigue la libertad,

       según los ritos antiguos.

            «Cuando  el  andrógeno  Escorpio-Virgo,  y  el  Balance  o  Armonía  hecha
       desde Escorpio, y colocado entre Escorpio, i. e… masculino y Virgo, i. e…

       femenino,  fueron  separados,  entonces  aparecieron  las  12  constelaciones  o

       signos, como ahora los tenemos. El arca esta tres pisos arriba (quizás para

       simbolizar  Cielo,  Hombre,  Tierra).  Nótese,  en  la  figura  del  Hombre,  la
       separación del cabello en el centro de la frente y la disposición de la barba,

       patillas,  bigote  y  del  cabello  sobre  la  nuca  y  los  hombros».  (Véase  La

       Cábala de Isaac Myer).







  En común con ciertas instituciones filosóficas de Asia, los Misterios judíos contenían

  una doctrina extraña que tenía que ver con las sombras de los dioses. Mirando hacia
  abajo, al abismo, los Elohim contemplaron sus propias sombras y las tomaron como

  modelo para la creación inferior. «En la representación dramática de la creación del

  hombre  en  los  Misterios  —escribe  el  anónimo  director  del  Balliol  College—,  los
  Alehim [Elohim] estaban representados por hombres que, al esculpir la forma de un

  ser  adamita,  de  un  hombre,  trazaban  su  contorno  sobre  su  propia  sombra  o  lo

  modelaban en su propia sombra dibujada en la pared. De esta forma se originó en

  Egipto el arte de dibujar y las figuras jeroglíficas talladas en los monumentos egipcios
  tienen tan poco relieve que siguen pareciendo una sombra».

       En el ritualismo de los primeros Misterios judíos se representaba el esplendor de la

  creación y los diversos actores se hacían pasar por los entes creadores. La tierra roja

  con la cual se hizo el hombre adánico puede representar el fuego, sobre todo porque
  Adán  está  relacionado  con  la  yod,  o  la  llama,  que  es  la  primera  letra  del  sagrado

  nombre de Jehová. En Juan 2, 20, está escrito que se tardaron cuarenta y seis años en

  construir el templo y san Agustín ve en esta afirmación una gematría secreta y sagrada,
  porque, según la filosofía griega de los números, el valor numérico del nombre Adán

  es 46, con lo cual Adán se convierte en el ejemplo del templo, porque la Casa de Dios

  —como  el  hombre  primitivo—  era  un  microcosmos  o  una  personificación  del

  universo.
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