Page 525 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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descubrimos que la forma plural de la palabra Elohim escapa a la comprensión de sus
respetados autores y editores. The New Schaff-Herzog Encyclopedia of Religious
Knowledge sintetiza de este modo la controversia acerca de la forma plural de la
palabra Elohim: «¿Acaso significa, ya sea ahora o en sus orígenes, la pluralidad de la
divinidad?».
A Dictionary of the Bible, editado por James Hastings, contiene la siguiente
conclusión, que repite lo que sentían los etimólogos más críticos de la Biblia:
«También es difícil explicar el uso del plural Elohim». El doctor Havemick considera
que la forma plural Elohim representa la abundancia y la enorme riqueza que existía
en el ser divino. Su afirmación, que aparece en The Popular and Critical Bible
Encyclopaedia, es un ejemplo de los esfuerzos realizados para sortear esta palabra tan
peligrosa. Según el International Standard Bible Dictionary, las explicaciones que
brindan los teólogos modernos —el doctor Havernick es buen ejemplo de ello— son
demasiado ingeniosas para haber sido concebidas por los primeros hebreos y sostiene
que la palabra representa la supervivencia de una etapa politeísta del pensamiento
semítico. The Jewish Encyclopedia apoya esta hipótesis con la siguiente afirmación
sucinta: «Teniendo en cuenta lo que revelan al respecto el material epigráfico, las
tradiciones y el folclore, está demostrado que los semitas tienen tendencias
politeístas».
Diversas escuelas filosóficas, tanto judías como gentiles, han brindado
explicaciones eruditas o no acerca de la identidad de Adán. En aquel hombre
primigenio, los neoplatónicos reconocían la idea platónica de humanidad: el arquetipo
o patrón del genus homo. Filón de Alejandría opinaba que Adán representa la mente
humana, capaz de comprender —y, por consiguiente, de poner nombre— a las
criaturas que lo rodeaban, aunque incapaz de comprender el misterio de su propia
naturaleza, al cual, por lo tanto, no nombraba. También se comparaba a Adán con la
mónada pitagórica, que, en virtud de su estado de unidad perfecta, podía morar en la
esfera edénica. Cuando, por medio de un proceso similar a la fisión, la mónada se
convertía en díada —el símbolo adecuado de la discordia y el engaño—, a la criatura
que se formaba entonces se la desterraba de su hogar celeste. De este modo, el
hombre doble era expulsado del Paraíso, que pertenecía a la creación íntegra, y se
ponían un querubín y una espada flamígera de guardia a las puertas del mundo causal.
Por consiguiente, solo cuando restablece la unidad dentro de sí mismo puede el
hombre recuperar su estado espiritual primordial.
Según los isarim, la doctrina secreta de Israel enseñaba que existían cuatro adanes,
cada uno de los cuales vivía en uno de los cuatro mundos cabalísticos. El primero, o