Page 542 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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letra del alfabeto hebreo a la carta sin numerar, o cero. Puesto que la alef (la primera

  letra  hebrea)  tiene  el  valor  numérico  de  uno,  asignarla  a  la  carta  cero  equivale  a
  afirmar que cero es igual a la letra alef y, por consiguiente, sinónimo del número uno.

       Con singular perspicacia, Court de Gébelin asignó la carta cero a AIN SOPH, la

  Causa  Primera  Incognoscible.  Así  como  el  panel  central  de  la  Tabla  Bembina

  representa  el  poder  creador  rodeado  por  siete  tríadas  de  divinidades  manifiestas,  la
  carta  cero  puede  representar  el  poder  eterno,  del  cual  los  veintiún  aspectos  que  lo

  rodean o manifiestan no son más que expresiones limitadas. Si consideramos que los

  veintiún arcanos mayores son formas limitadas que existen en la sustancia abstracta de

  la carta cero, entonces se convierte en su común denominador. Por consiguiente, ¿cuál
  de  las  letras  del  alfabeto  hebreo  es  el  origen  de  todas  las  demás?  La  respuesta  es

  evidente: la yod. En presencia de tantas especulaciones, una más no puede molestar.

  La carta cero —le Mat, el Loco— se ha comparado con el universo material, porque
  la esfera mortal es el mundo irreal. El universo inferior, como el cuerpo mortal del ser

  humano, no es más que un traje, un disfraz multicolor, comparable con un gorro de

  bufón. Sin embargo, bajo las prendas del loco está la sustancia divina, de la cual el
  bufón no es más que una sombra; este mundo es un martes de carnaval, un esplendor

  de chispas divinas ocultas bajo el atuendo de los locos. ¿Acaso no se puso esta carta

  cero, el Loco, en la baraja del Tarot para engañar a todos aquellos que no pudieran

  atravesar el velo de la ilusión?
       Los  hierofantes  iluminados  de  los  Misterios  confiaron  las  cartas  del  Tarot  al

  cuidado de los locos y los ignorantes, con lo cual se convirtieron en juguetes y, en

  muchos casos, incluso instrumentos del vicio. Por consiguiente, los malos hábitos del

  ser  humano  en  realidad  se  transformaron  en  los  autores  inconscientes  de  sus
  preceptos  filosóficos.  «Hemos  de  admirar  la  sabiduría  de  los  iniciados  —escribe

  Papus—,  que  utilizaron  el  vicio  para  obtener  resultados  más  beneficiosos  que  la

  virtud». ¿Acaso este acto de los antiguos sacerdotes no demuestra que todo el misterio
  del  Tarot  está  envuelto  en  el  simbolismo  de  su  carta  cero?  Si  el  conocimiento  se

  confiaba así a los locos, ¿no habría que buscarlo en esta carta?
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