Page 684 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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Fórmula.  Beber  cinco  gotas  de  esta  agua  refuerza  el  entendimiento  y  la

       memoria y nos brinda las cosas más maravillosas y dulces de las cuales ningún
       hombre ha oído hablar y acerca de las cuales no me atrevo a escribir más por

       el juramento que hice a Dios al respecto. El tiempo y el uso sagrado de esta

       agua bendita nos enseñarán y en cuanto la hayas tomado internamente sentirás

       una influencia como si todos los cielos y todas las estrellas con sus poderes
       estuviesen obrando en ti. Todo el saber y las artes secretas se abrirán para ti

       como en un sueño, pero lo mejor de todo es que aprenderás a la perfección a

       conocer a todas las criaturas en su esencia y, por medio de esto, obtendrás el

       verdadero conocimiento de Dios el Creador que nos hizo a nosotros, al cielo y
       a la tierra, como a David y a Moisés y a todos los santos de Dios, porque la

       sabiduría  de  nuestra  fuente  de  agua  viva  te  enseñará,  como  ha  hecho  con

       Salomón y los Hermanos de nuestra Fraternidad.


       En su insólito tratado titulado Salt, Sulphur and Mercury, Von Welling revela un

  secreto que no se suele revelar en los escritos alquímicos: a saber: que los alquimistas

  no  solo  se  preocupaban  por  la  transmutación  de  los  metales,  sino  que  tenían  un

  sistema cosmológico y filosófico completo, basado en la Cábala.
       Según Von Welling, la sal universal (en su forma acuosa) es una cura positiva para

  todas  las  dolencias  físicas  de  la  humanidad;  está  presente  en  todos  los  seres  vivos,

  aunque es más fácil obtenerla de algunas cosas que de otras: esto es especialmente

  cierto con respecto a la tierra virgen: es el disolvente universal, el alcaesto. El mismo
  autor manifiesta también que, en las primeras etapas de su preparación, esta sal curará

  todas  y  cada  una  de  las  enfermedades  del  corazón.  El  filósofo  anónimo  de  Leiden

  continúa diciendo:



            Si  prosigues  con  nuestra  agua  bendita  con  la  intención  indicada  de
       preparar una tintura para metales, escucha, hijo mío.

            Toma en el NOMBRE del Señor un poco de tu agua paradisíaca del agua

       celestial de Mercurio, la cantidad que quieras, ponla en un vaso de disolución

       y colócalo en un fuego lento de cenizas, para que sienta un poquito de calor;
       ten preparado oro bien purificado para el elixir rojo, o plata para el blanco,

       porque en los dos casos los procesos son iguales. Bate el oro o la plata tan

       finos como el pan de oro y échalo poco a poco en el vaso de disolución que
       contiene  el  agua  bendita,  como  hiciste  al  principio  con  la  sal,  y  se  fundirá

       como  el  hielo  en  agua  tibia;  sigue  haciéndolo  hasta  que  tu  oro  o  tu  plata
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