Page 33 - Escritos sobre ocultismo y masonería
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OCCULTISM OR A STATIC DRAME
Los acontecimientos son Hombres. Las circunstancias son gente. Una
batalla, una cena, una mirada, un beso: cada una de estas cosas, porque es
una cosa, es un ente, una persona de cierta manera de carne y hueso.
Nosotros mismos, los hombres, no pasamos de acontecimientos, lentos
en relación con otros, compuestos de células, y cada célula es un
acontecimiento entre los elementos que la componen… y, así, hasta el
infinito interior.
Todo es separado y todo es uno. Todos los acontecimientos se funden
en el gran acontecimiento llamado Universo.
Nada existe, todo acontece. Es a Dios que acontece todo.
El error interior a todas las hipótesis de como es que lo manifestado
desciende hasta manifestarse, o bien manifestándose, no encuentra manera
de manifestarse sino descendiendo: ese error es el de meter elementos
morales en un problema completamente metafísico.
Lo manifestado no se manifiesta a si mismo, porque de lo contrario no
se manifestaría, bien que viéndose a sí mismo tal cual es, no se vería
manifestado, pero si objetivamente, en su realidad absoluta.
Si se manifiesta a otro u otros, es que lo manifestado no es todo; hay
una dualidad fundamental en el universo. Y lo otro debe ser de cualquier
modo análogo a lo manifestado, para que él se pueda manifestar.
Admitamos que, al manifestarse, lo manifestado no se rebaja o
desciende. Como, normalmente en el pensamiento, la idea de manifestarse
envuelve la de descender, es forzoso concluir, en el caso expuesto, una de las
dos cosas: (1) La manifestación no incluye rebajamiento, ni siquiera
metafísico (y el rebajamiento metafísico, por eso, es un criterio normal
aplicado a un caso puramente metafísico); (2) No hay manifestación,
propiamente hablando: la manifestación es igual a lo manifestado. Lo
aparente es lo real.