Page 36 - Escritos sobre ocultismo y masonería
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DECLARACIÓN DE DIFERENCIA
Las cosas del Estado y de la ciudad no tienen ingerencia sobre nosotros.
Nada nos importa que los ministros y los áulicos hagan falsa gerencia de las
cosas de la nación. Todo eso pasa allá afuera como el barro en los días de
lluvia. Nada tenemos que ver con eso, que tenga al mismo tiempo que ver
con nosotros.
Semejantemente no nos interesan las grandes convulsiones, como las
guerras y las crisis de los países. Mientras no entren en nuestras casas, nada
nos importa que puertas golpeen. Esto, que parece que se apoya en un gran
desprecio por los otros, en realidad tiene su origen en nuestro aprecio
escéptico por nosotros mismos.
No somos bondadosos ni caritativos; no porque seamos lo contrario,
sino porque no somos ni una cosa, ni la otra. La bondad es la delicadeza de
las almas groseras. Tiene para nosotros el interés de un episodio pasado en
otras almas, y con otras formas de pensar. Observamos, y ni aprobamos, ni
dejamos de aprobar. Nuestro menester es no ser nada.
Seríamos anarquistas si hubiésemos nacido en las clases que a sí
mismas se llaman desprotegidas, o en otras cualesquiera de donde se pueda
descender o subir. Pero, en verdad nosotros somos, en general, criaturas
nacidas en los intersticios de las clases y las divisiones sociales; casi siempre
en aquel espacio decadente entre la aristocracia y la (alta) burguesía, o lugar
social de los genios y de los locos con quienes se puede simpatizar.
La acción nos desorienta, en parte por incompetencia física, aun mas
por inapetencia moral. Nos parece inmoral actuar. Todo el pensamiento nos
parece degradado por la expresión en palabras, que lo vuelven cosa de los
otros, que lo hacen comprensible a los que lo comprenden.
Nuestra simpatía es grande por el ocultismo y por las artes de lo
escondido. No somos, sin embargo, ocultistas. Nos falta para eso la voluntad
innata y, además, la paciencia para educar de modo de transformarse en