Page 39 - Escritos sobre ocultismo y masonería
P. 39

DIARIO AL ACASO



                      Todos los días la Materia me maltrata. Mi sensibilidad es una llama al

                viento.
                      Paso por una calle y estoy viendo en el rostro de los transeúntes, no la
                expresión  que  ellos  realmente  tienen,  sino  la  expresión  que  tendrían  para
                conmigo si supiesen de mi vida y de cómo soy yo, si yo trajese transparente
                en mis gestos y en mi rostro la ridícula y tímida anormalidad de mi alma. En
                ojos que no me miran, sospecho burlas que creo naturales, dirigidas contra la
                excepción malsonante que soy entre un mundo de gente que actúa y goza; y

                en  el  fondo  supuesto  de  fisonomías  que  pasan  carcajea  de  la  tímida
                gesticulación  de  mi  vida  una  conciencia  de  ella  que  sobrepongo  e
                interpongo. En balde, después de pensar esto, intento convencerme de que de
                mí y sólo de mí, parte y brota la idea de la burla y del oprobio leve. No
                puedo ya traer hacia mí la imagen del gusano ridículo, una vez objetivado en
                los otros. Me siento, de repente, asfixiar y vacilar en una estufa de mofas y
                enemistades. Todos me apuntan con el dedo desde el fondo de sus almas. Me
                lapidan de alegres y desdeñosas burlas todos los que pasan por mí. Camino

                entre fantasmas enemigos que mi imaginación enferma imaginó y situó en
                personas  reales.  Todo  me  abofetea  y  me  escarnece.  Y  a  veces,  en  pleno
                medio de la calle —inobservado, al final— paro, vacilo, procuro una súbita
                nueva dimensión, una puerta para el interior del espacio, para el otro lado del
                espacio,  donde  sin  demora  huya  de  mi  conciencia  de  los  otros,  de  mi
                intuición demasiado objetivada de la realidad de las vivas almas ajenas.
                      ¿Acaso  mi  hábito  de  colocarme  en  el  alma  de  los  otros,  me  lleva  a

                verme como los otros me ven, o me verían si en mí reparasen? Si. Y una vez
                que yo percibo cómo ellos me sentirían si me conociesen, es como si ellos lo
                sintiesen de verdad, lo estuviesen sintiendo, y sintiéndolo, expresándolo en
                aquel momento. Convivir con los otros es una tortura para mí. Y yo tengo a
                los  otros  en  mí.  Aún  lejos  de  ellos  soy  forzado  a  su  convivencia.  Solo,
                multitudes me cercan. No tengo hacia dónde huir a no ser que huya de mí.
   34   35   36   37   38   39   40   41   42   43   44