Page 43 - Escritos sobre ocultismo y masonería
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los espasmos. Sufrir, el sufrir largo y lento, tiene el pálido color de la vaga
felicidad de las convalecencias profundamente sentidas. Y un perfecto
deterioro al desasosiego y a la enfermedad, aproxima esa sensación compleja
de la inquietación que los placeres causan en la idea de que huirán, y la
enfermedad que los goces sacan del precansancio que nace de pensar en el
cansancio que traerán.
Hay un tercer método para sutilizar en placeres los dolores y hacer de
las dudas y de las inquietaciones un blando lecho. Es el dar a las angustias y
a los sufrimientos, por una aplicación irritada de la atención, una intensidad
tan grande que por el propio exceso traigan el placer del exceso, así como
por la violencia sugieran a quien por hábito y educación de alma al placer se
avoca y dedica, el placer que duele porque es mucho placer, el gozo que sabe
a sangre porque hirió. Y cuando, como en mí —perfeccionador que soy de
perfecciones falsas, arquitecto que me construyo de sensaciones sutilizadas a
través de la inteligencia, de la abdicación de la vida, del análisis y del propio
dolor— los tres métodos son empleados conjuntamente, cuando un dolor,
sentido inmediatamente, y sin demoras como estrategia íntima, es analizado
hasta la sequedad, colocado en un Yo exterior hasta la tiranía, y enterrado en
mí hasta el auge de ser dolor, entonces verdaderamente yo me siento el
triunfador y el héroe. Entonces se me para la vida, y el arte se me arroja a los
pies.
Todo esto constituye sólo el segundo paso que el soñador debe dar a su
sueño.
El tercer paso, el que conduce al umbral rico del Templo. ¿Quién si no
yo lo supo dar? Ese Es el que cuesta porque exige aquel esfuerzo interior que
es inmensamente mas difícil que el esfuerzo en la vida, pero que trae
compensaciones para el alma que la vida nunca podrá dar. Ese paso es, una
vez sucedido todo esto, todo lo totalmente y conjuntamente hecho; sí,
empleados los tres métodos sutiles y empleados hasta gastarse, pasar la
sensación inmediatamente a través de la inteligencia pura, colarla por el
análisis superior, para que ella se esculpa en forma literaria y tome volumen
y relevancia propias. Entonces yo la fijé de todo. Entonces yo convertí lo
irreal en real y di a lo intangible un pedestal eterno. Entonces fui yo, dentro
de mí, Coronado Emperador.
No creáis que yo escribo para publicar, ni para escribir ni para hacer
arte de verdad. Escribo, porque ese es el fin, la perfección suprema, la
perfección temperamentalmente ilógica, […] de mi cultura de estados de