Page 68 - Diálogos
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de sus órbitas y van tomando el hermoso color de la
sangre. Su cara antes rozada, ahora se torna entre
rojiza y azulada, como un cielo de atardecer despejado
y bello. Sus labios más carnosos que nunca. Uno de
sus aretes se pierde entre el ámbar de su cabello,
desprendiendo una fragancia que me recuerda el día
que los compré. Y al momento en que lanza su última
exhalación, su mano suave, casi como si fuera de
seda, acaricia mi rostro y pareciera que se llevara
todas mis frustraciones.
Demonios el tranvía no pasa...
Entrecierro mis ojos y alcanzo a ver un destello de
luz, que cada vez se hace más grande. Ahora escucho
el ruido del motor. Llega a donde estoy y se para,
para abrirme la puerta. Tomo un asiento y miró a
través del vidrio. Y un pensamiento asalta mi mente,
¿dónde está mi esposa?
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